martes, 23 de octubre de 2012

CIUDAD CABARET

La CIUDAD CABARET quedó olvidada. Textos escritos entre el año 2002 y 2003. Cuando Diana Carolina tenía 23 años. Algunos de los textos que  sobrevivieron fueron editados en las  Libretas Libros 2008. Para el 2012 las tendremos nuevamente. 





A Bogotá,  ciudad de payasos, putas, trapecistas y guerreros.
Donde espero, se apague mi sonrisa.





PRÓLOGO ESCRITO EN SIETE MOVIMIENTOS




ANTES DEL DESAYUNO

Para alcanzar la quietud de tus pasos
Es necesario subir de rodillas
Hambriento,
alzando plegarias que nunca entenderás,
Que ni siquiera te importan.

Para  rozar el filo de tus peligros
Sólo hay que  respirar
 y llenarse de paciencia
P     a     c    i    e    n    c    i   a
Cerrar los ojos 
y  dejarse elevar por tu voz
Así el calor perturbe un poco el viaje. 





DESPUÉS DEL DESAYUNO

A esta distancia te dejas amar,
Sin dudas que lastimen,
Sin temores que estorben.

Aquí no importan los ojos
Porque en la lejanía  tú mirada no vulnera.

Te vez tranquila,
Medio dormida,
Pero aun así, 
todos sabemos del peligro de conocerte.






DESCENSO DE LAS ESCALINATAS

Inevitable no acercarse al  amor calcinante,
Ese que  te llama entre la multitud.

Imposible no admirarte,
No dejarse cegar por  el veneno de tu calida rutina
No buscarte,
No dejarse seducir por tus labios  agrietados
Por ese aliento irrespirable,
Casi podrido que sale de tu boca.

Te temo,
Te huyo,
Pero es màs fuerte la pasión  que el miedo
Y al final 
siempre termino entregándome 
a la suerte de tus noches.





 A  MEDIO  CAMINO

La  desconfianza desaparece cuanto te siento cerca,
No me queda màs que volver a ser el mismo
Acomodar la costumbre que me entregas
Y recorrer junto a ella  la nostalgia  de tu historia
Tus ruinas,
Nuestras ruinas.





FRENTE A LA PLAZOLETA

¿Quién  puede huir de lo que  ama?
El orgullo frente al amor se deshace, se hace polvo.

Lo acepto, somos uno. 
Enséñame a volar y perdámonos  juntos.





CONTEMPLANDO  LA ESTATUA QUE ACOMPAÑA LA PLAZOLETA

A  los pies de la libertad que me ofreces
Te suplico que me abrases cuando todo acabe.

Mis torpes movimientos 
y el padecimiento que habita en ellos
Una vez mas visita  tú gran  patio de cemento
Buscando el sortilegio de tus besos,
La luz de tu rostro
Esa  tristeza de metrópoli olvidada
Que alimenta la  fantasía,
Esas  ganas de volar, 
queriendo siempre  ganarle  al vació.






RETORNO

Mucho fue el sufrimiento 
y mucha la soledad,
Muchas las noches de espejismos 
y  de lágrimas y de fantasmas,
Muchas fueron las mentiras que me dije
Y que quemaron la inocencia
Y traicionaron la esperanza.

Con el tiempo las ganas de buscar el amor
Se desdibujaron entre tus calles.

Muchas veces me hice pedazos
Y de pedazo en pedazo me levante para continuar.

Hoy, cuando ya no es tristeza el amor
Y el miedo a estar solo ha desaparecido
Quiero nombrarte,
Para que tu nombre renazca en mis labios 
como la ciudad cabaret
El escenario donde combaten las pasiones
Donde el animal y el verso que habitan en mi
Encuentran espacio para correr. 






LA CIUDAD 
  

  

I

El aire pesa,
nos pesa,
Todo alrededor es un misterio de risas y copas
Los fracasos y los sueños se funden en el humo de cigarrillo
Formando una gran  nube gris sin forma.

La ciudad se ha convertido en un cabaret:
Un cabaret sombrío, lleno de sorpresas.

Meseros, porteros, músicos y  bailarines,
Se reúnen  para acompañar sus soledades.

Todos buscan un trago, el reposo del cuerpo,
Ese golpe de suerte que les cambie la noche,
La  vida entera.


 II

Cuando el sol caiga
Todos habrán desaparecido,
Las puertas del cabaret se  habrán  cerrado
Las lentejuelas, las babas  y el pinta labios 
quedarán en desorden,
Y porteros, bailarines, músicos, hombres y mujeres
Habrán olvidado el cansancio de sus pasos.

Porque en una ciudad como esta
Los demonios y las penas sólo salen en las noches.




LOS HABITANTES



LOS JUBILADOS

El reloj  que descansa  en la muñeca del hombre del frente, cantan la una. Una es la mesa de los jubilados; esos hombres de risa forzada que beben aguardiente con impaciencia mientras sueñan con dormir sobre las nalgas de las meseras.

Son cuatro. Cuatro cuerpos desbaratados por el tiempo buscando la salvación en el fondo de la botella, compartiendo el mal sabor que deja una  vejez vacía, llena de temores.
  


EL MESERO QUE  QUERIA SER AVIADOR

Si fuese pájaro derramaría sobre sus cabezas este licor de fracaso que cargo en las manos.
 Picotearía y picotearía sus ojos hasta arrancarlos, para borrar de sus rostros esa mirada de satisfacción que aparece cuando un insulto quiebra mis alas.

Me cagaria sobre sus mesas, sobre esas risas hipócritas que me recuerdan que los borrachos están sedientos, que el turno apenas comienza y que el tiempo para soñar que soy pájaro cada vez es menos. 




Diana Carolina Daza Astudillo 
Bogotá, Colombia 2003









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