lunes, 17 de diciembre de 2018





De  Carneada  a  Selección natural.


Por: Diana Carolina Daza Astudillo


La poesía  sigue trayendo  a  mi vida  la sorpresa  de  nuevos  rostros, rostros que vienen a acompañar este camino de páginas y tinta, de preguntas y cielos revoltosos,  este camino siempre de amigos con sus voces y miedos y  sus luces de mil  tonalidades.



En febrero de este año, en una de las lecturas mensuales de poesía en  nuestro recordado  Café  Arte La Lupita, donde los invitados fueron  para esa ocasión,  los poetas Santiago Mutis,  Luisa Fernanda  Trujillo y Mery  Yolanda Sánchez,   apareció una chica  de cabello  rizado (o medio rizado)  con  acento argentino. ¿Cómo llegó? ¿Cómo se entero del evento? Aún no lo sé con exactitud. Pero  si  recuerdo muy bien que se acerco a  la  mesa donde nos encontrábamos al final de la lectura. 


Con una  amplia y  dulce sonrisa  nos saludo, preguntando por el poeta Santiago Mutis. Nunca había visto ese rostro (creo nadie en  la mesa tampoco)  y aunque el saludo fue de paso, al despedirse nos dejó su libro: Selección natural, haciéndonos la aclaración que allí podíamos encontrar  su correo electrónico. 




Librería Trilce, Bogotá, 2014 



Sólo después de un par de semanas tomé el libro de aquella chica entre mis manos (un domingo creo o un sábado, no sé)  para leerlo. Al abrirlo me encontré con una brevedad que hacia mucho tiempo no descubría  en las páginas de un libro de poesía. 71 páginas  para ser más exactos. 71 páginas con poemas que no pasaban de seis u siete versos.  71  páginas que  comenzaban a revelarme el destello  del rostro de la chica con acento argentino y cabello rizado que llegó la noche del 27 de febrero al jardín de la Lupita.


Soledad: (lindo nombre pensé) Soledad Castresana, la misma que ahora  estaba  hablando conmigo a través se su libro, de sus 71 páginas con versos breves, versos que luego fueron espadas,  puntas que hicieron  que el nombre de Soledad  pinchara mis recuerdos, para que su poesía lograra generar en mi, esa curiosidad del que quiere saber más, escuchar mas, leer más,  volver a  ver  ese rostro: 




La supervivencia del más leve

Van a soltar al tigre.
Va a saltar.
Voy a esperarlo  con la boca abierta.




Tiburón

Solo lo que se mueve y sangra
es digno
de alimentar a un dios.





Pez de Mar

En este mundo de lágrimas
los  parpados  sobran.




El montañista

Subir y bajar:
las formas del deseo.




Hombre sin pierna

No es nostalgia.
Es el dolor
que está perdido.


Aire

Divago
Entre las cosas del mundo
Busco mis bordes. 





Más adelante y con ese nombre retumbando en mi cabeza  y  la  brevedad inquietante de su  poesía picoteando en mi conciencia,  busqué su  correo electrónico  en la contra carátula del libro,  allí estaba, como ella misma nos lo había hecho saber. 

Entonces  le escribí para invitarla a una lectura en la Lupita,  un evento  que sería una lectura de poesía de despedida, pues el café cerraría sus puertas. Se realizó en el mes abril, un día justo después de mi cumpleaños. Mi cumpleaños número 33. Soledad, contestó amablemente a mi mensaje,  tanto,  que  fue muy  fácil recordar su amplia y dulce sonrisa. Todo estaba listo, escucharíamos los textos de Selección natural, en la voz de la misma  Soledad, con su acento argentino y sus rizos al aire. 

Pero la sorpresa fue mayor, cuando no solo  escuche su voz, sino también algunos  textos de su primer libro, carneada. La poesía de Soledad sin duda, aquella noche, dejo algo muy especial en cada uno de los asistentes, su belleza, su  luz, su fuerza.






Fue  tanta mi insistencia y  tanto las buenas cosas que Soledad, no solo con su poesía, si no con su bella energía hicieron esa noche, que la invite a ser la madrina de mi primer libro, pidiéndole el favor de que compartiera algo de su poesía  en el evento de lanzamiento. A  ella le pareció  una locura, pero a mi me hubiera parecido más suicida  haberla dejado escapar sin conocerla un poco más. 







Espero que la vida, su vida en esta,  nuestra ciudad de Bogotá, donde ahora piensa, suspira y dibuja sus versos,  nos permita conocernos más, escucharnos más, saber más de esas turbulencias y soles que nos trae la poesía.  







Les dejo una muestra  de sus textos de carneada, un libro que agotó sus ediciones, un libro que lleva la  fuerza de una voz de mujer, una mujer  que es madre, esposa, hija, amiga, amante, creadora. Una mujer que lleva en sus versos la nostalgia de la infancia, de los juegos, de la crueldad  del mundo  y  los deseos de una mujer naciente, una mujer poeta que escribe como decimos acá, “berracamente”.

Me gusta haber encontrado a Soledad, me gusta su voz en la poesía, me gusta tenerla en esta ciudad, me gusta pensar que algún día estará habitando una de las suites de este corazón.








III

Crin Dorada cerró el relincho
en el pecho erecto, las patas cortas,
los vasos salvajes. La polvareda
sobre peones y chicos y moscas.
Con la furia del grito trabado
en las espumas de la boca
—garganta que no sabía frenar—
se tragó sus huevos y corrió.
Alambrados, pastos puna, osamentas.
El galope maldecía los filos y las manos.
Mi sexo fosforescía a los cuatro vientos.
Yo pensaba en Crin Dorada. Soñaba montarlo.






advertencia a los que se pierden por deseo

para no llorar
Capitán prefirió
que le arrancaran el ojo
moscas verdes
le copulaban la cuenca
yo sí lloraba
papá se acercó
con la navaja
el ojo era chiquito
en su mano de héroe
el perro no se movió
sostuvo la mirada del filo
mordió el aullido
nunca dejó que le taparan el hueco






trampa para cazar caballos

en el suelo
una costra de maíz azul
sobre los granos
cae un potrillo
una espuma violeta
le corona el belfo
la hinchazón anestesia los ojos
atraviesa el barbijo
hay que quemar el aire
para evitar el contagio
la noche se ilumina
de relinchos
y no hay música
para acompañar el fuego
los caballos saben
cuando van a morir
pero no conocen
el color del veneno





la suerte del que come

un pollo salta
va dejando sobre la arena
el rastro de sus tripas
la sombra tibia de los órganos
que insisten
cada paso lo ahueca
cuando queda vacío
huesos y plumas
cae
sobre otro pollo rendido
en un rincón del gallinero
con la cloaca del ave
todavía entre los dientes
el perro se relame
no conoce
la suerte del que juega
con la comida del amo





tótem

el sol exprime las sombras
un niño acecha
entre los pliegues del bosque
por el tajo que le abre el costado
respira una liebre
le quema la carne debajo del cuero
hay que curar
para siempre
al que sufre
cada golpe retuerce
cada músculo
contraído
se estira
arden las axilas
la espalda se moja
un susurro de gusanos
sacude las raíces del pasto
el hocico se dilata
pero el aire ahoga
cuando la sangre
invierte el camino y se ensucia
queda la piel empapada
la carne molida debajo del cuero
el niño deja el palo
corre a la laguna
se esconde del sol
como del ojo de la siesta




sopor

debajo del laurel
nos acostábamos
a mirar el cielo
las hojas y las flores
adormecen los sentidos
veíamos dragones
osos y conejos
cuando las nubes
anunciaban lluvias
y tormentas





un paseo por el bosque

el galope astillaba la siesta
las ramas herían
los costados de la yegua
el caballo aplastaba violetas
caían las moras
—vos ¿te dejarías?
los párpados fijos
duros los ojos
—bajate la bombacha
ella
que todavía
no llegaba a los estribos
no dijo nada
aunque las ortigas
le quemaban la espalda






el juego

no saques los ojos
de la sangre que brota
del costado abierto de tu cabeza
no dejes de mirar
la oreja que te cuelga
una tira de piel
en la maraña de tu pelo
si no hubieras estado sola
alguien habría escuchado
el ruido de tus huesos
si tus labios no hubieran estado
pegados a su paladar
hubieras gritado
si no hubieras sentido
sus dientes en el cuello
mirá
el perro te espera
lamiendo tu charco
para que sigan el juego





Soledad Castresana.
Intendente Alvear 1979. Vivió en diferentes lugares de la provincia de La Pampa hasta los dieciocho años, luego viajo a Buenos Aires a estudiar Licenciatura en Letras. Ha sido docente universitaria e investigadora.  Fue seleccionada para participar en la antología Poetas Argentinas  en le 2007 y última poesía argentina en el 2008. Es una las directoras de la editorial de poesía Curandera. Ha publicado Carneada en le 2007 y Selección Natural en el 2011. Actualmente vive en la ciudad de Bogot, donde  prepara su último poemario.soledad@castresana.co.ar

lunes, 1 de febrero de 2016

La barbería es el único lugar donde puedo meditar.




La barbería es el único lugar donde puedo meditar, en la moleskine puedes cortar hasta el jitomate, pediré postre para todos y Raymond Carver podría decirlo mejor pero esta muerto, son algunos de los títulos de las obras del mexicano Ricardo Limassol. Al encontrarlos podríamos pensar que pertenecen a películas, cortometrajes, o cuentos, en este caso, son los títulos de sus poemas. 

Gracias a una publicación que compartió el poeta de Armenia Cesar Cano el año pasado,  conocí el nombre de Ricardo Limassol en la red, leí la selección de algunos de sus poemas y pronto llamó mi atención  el  tono de su poesía,  así como la forma de algunos de sus títulos.  Entonces busqué información sobre el rostro que se ocultaba tras su poesía y así fue como supe que Ricardo Limassol era mexicano, que había nacido en 1987 y que tenía publicados dos libros: jóvenes sin futuro les habla su capitán y  Todo menos trabajar. 


Desde la ventana o el abismo  de sus preguntas Ricardo  construye sus versos, para los que aún no lo han leído, aquí una pequeña muestra de su trabajo, juzguen ustedes. 


Es este link puede encontrar los dos libros completos: 

https://ricardolimassol.wordpress.com/





Del libro: Jóvenes sin futuro, les habla su capitán.




***


La maldición de la comodidad


Poetas que escriben sobre "el amor a los árboles" apoyados sobre mesas de madera. Poetas que prenden el cigarro cuando les van a tomar una fotografía. Poetas que se fatigan después de caminar menos de diez calles. Poetas que buscan los fantasmas de poetas desaparecidos. Poetas que dicen ser poetas sin que nadie se los pregunte. Poetas que revelan ser poetas. Poetas que pertenecen a algún movimiento literario. Poetas que usan zapatos deportivos. Poetas que realmente son novelistas y creen que sus novelas cuentan. Poetas que realmente son cantantes y creen que sus canciones cuentan. Poetas que necesitan clases de buceo. Poetas que son amigos del jurado (judiciales y/o culturales). Poetas que rentan cuartos en La Torre de Babel. Poetas que esperan a la musa y no salen a buscarla. Poetas que encuentran a la musa en la cama de otro poeta. Poetas que no golpean a la musa porque dicen que eso no es de hombres. Poetas que tienen miedo de quedarse solos.

La creación de un libro de poesía implica maniobrar, al mismo tiempo, una pintura, una película, un disco de música y un libro de poesía. Un poemario es lo mismo que un botiquín de medicinas expiradas, una caja de herramientas que nunca serán usadas, una bolsa de basura agujereada.

Una tierra colmada de minas desactivadas.



***


Antes la ginebra  era medicina

Promover la
desmitificación.
Guardar rencor y
cobrar venganza.
Prender fuego
al árbol de
la vida.
Bajarse del barco
antes de
su hundimiento.
Bostezar
ante las
grandes maravillas.
Decir y
perfeccionar
muchas mentiras.


Destruir el puente después de haber cruzado.



***


Nuevo manual de combate

Permanece en el país,
no permitas que los
extranjeros exploten nuestras
tierras;
no mueras de una
enfermedad europea
creyendo que México ha
dejado de existir.
Deberás crear un personaje
(o te comerán vivo)
dedicado al trabajo sucio:
No basta el talento
es necesario ser sociable
en reuniones aburridas
donde todos hablan pero
nadie tiene algo que decir.
Hay que reírse
de todo,
excepto de
los chistes malos.




*** 

Del libro: Jóvenes sin futuro, les habla su capitán.





Debe ser Venus


DESCOLGANDO
la ropa
la vi
la estrella más brillante
En un cielo contaminado
Caí de las escaleras
Por pisar una sábana
Cómo duele vivir en una ciudad tan grande
Un dolor de igual tamaño
Que te hace creer
Que creces a velocidad extrema.





No nos dejan dormir bien


EL TROMPETISTA hace de las suyas
Una patrulla se detiene enfrente como si fuéramos delincuentes
Suena mil veces el teléfono de la vecina
Y pueden haber o no pesadillas
Los gatos ocupan mucho espacio en la cama
Un taladro trabaja sin cesar
Pero aún así es hermoso levantarse
Con la mujer que amas
Darle los buenos días
Abrazarle
Besarle
Escuchar de su voz las noticias:

He dejado de leerlas
Porque prefiero que ella me las diga.





La poesía es lo que aparece cuando hay poema

DIJO una amiga
Ya cuando te aceptan
Te aceptan cualquier porquería
Pon algo de música entonces
Canyon Lady de Joe Henderson
Cambia la cerveza por té
Ponte una bolsa de basura en la cabeza y gana una beca
Ve al Café La Habana y quítate la ropa
Piensa en Larry David y alégrate de que sea multimillonario
Cuélgate de los candelabros estás flaco no pasará nada
Pide tenedor en el lugar más elegante de comida japonesa
Y piensa en lo que dijo tu amiga
Ya cuando te aceptan
Te aceptan cualquier porquería
Qué maldita alegría.





Todo menos trabajar


Tiempo para la ayahuasca
Tiempo para Cuba
Tiempo para escribir un guión de cine
Tiempo para no tener un hijo
Tiempo para beber un Bloody mary
Tiempo para hacer la depresión a un lado
Tiempo para limpiar el baño y la cocina
Tiempo para dejar se ser el capitán
Tiempo para dormir hasta las cuatro de la tarde
Tiempo para dejar de creer que algún día dejaré de producir poesía
Tiempo para poner las manos al fuego
Tiempo para poner el corazón en el congelador
Tiempo para dejar de ser joven
Tiempo para cruzar la calle con precaución
Tiempo para dejar de estar aburrido en el mundo moderno
Tiempo para aprender a andar en motocicleta
Tiempo para papá y mamá
Tiempo para dejar de inventar excusas
Tiempo para ponerle fin a las cosas que estorban
Tiempo para golpear el teclado con fuerza
Tiempo para ser un buen hombre.




***


Del libro:Ganar es de perdedores. 




QUE NO TE MIENTAN 

Llegar tarde 
también tiene sus recompensas. 



LA MANCHA DE ACEITE EN LA COCHERA 

Era un delfín bebe 
buscando a su madre. 




SE NOS CONCEDE LA ETERNIDAD 

Lo único de valor 
aunque dure menos de cinco segundos. 




HAY MÁS ESTRELLAS QUE MUERTOS 

Hay más dudas que estrellas. 




PUEDO ACEPTAR QUE MUERA UN HOMBRE 

Pero no puedo aceptar que sea humillado. 




Ricardo Limassol, 1987. Su primer libro Jóvenes sin futuro, les habla su capitán y Todo menos trabajar, fue editado por Juan Malasuerte Editores. Ha colaborado en Cuadrivio, Letroactivos, Días fantasma, El Culo del mundo, y la antología Acapulco en su tinta.