lunes, 3 de noviembre de 2008

La ciudad y sus fantasmas...

Amo mi cuidad. Amo sus peligros y sus trampas, amo su lluvia inagotable (como la de estas tardes), amo su misterio, su nostalgia, su gesto de tristeza, sus brazos largos, su corazón espinoso. Amo que de día sea una, una enamorada, dulce y trabajadora y de noche sea otra, otra casquivana, loca, confundida, melancólica y resbaladiza.

Por recomendación de alguien no quiero hacer muchas explicaciones sobre este poemario que lleva por titulo LA CIUDAD CABARET no quiero cortar “la magia” (gracias al lector que encontró este detalle, un abrazo para él) sólo tengo para decir que esta dedicado a la amante perfecta: mi ciudad, mi BOGOTÀ, cómplice de viaje, donde espero se apague mi sonrisa.





DESCENSO DE LAS ESCALINATAS

Inevitable no acercarse al amor calcinante,
Ese que te llama entre la multitud.

Imposible no admirarte,
No dejarse cegar por el veneno de tu calida rutina
No buscarte,
No dejarse seducir por tus labios agrietados
Por ese aliento irrespirable,
Casi podrido que sale de tu boca.

Te temo,
Te huyo,
Pero es màs fuerte la pasión que el miedo
Y al final siempre termino entregándome a la suerte de tus noches.



FRENTE A LA PLAZOLETA

¿Quién puede huir de lo que ama?
El orgullo frente al amor se deshace, se hace polvo.

Lo acepto, somos uno.
Enséñame a volar y perdámonos juntos.




I
El aire pesa, nos pesa,
Todo alrededor es un misterio de risas y copas
Los fracasos y los sueños se funden en el humo de cigarrillo
Formando una gran nube gris sin forma.

La ciudad se ha convertido en un cabaret:
Un cabaret sombrío, lleno de sorpresas.

Meseros, porteros, músicos y bailarines,
Se reúnen para acompañar sus soledades.

Todos buscan un trago, el reposo del cuerpo,
Ese golpe de suerte que les cambie la noche,
La vida entera.



II

Cuando el sol caiga
Todos habrán desaparecido,
Las puertas del cabaret se habrán cerrado
Las lentejuelas, las babas y el pinta labios quedarán en desorden,
Y porteros, bailarines, músicos, hombres y mujeres
Habrán olvidado el cansancio de sus pasos.

Porque en una ciudad como esta
Los demonios y las penas sólo salen en las noches.




LOS JUBILADOS

El reloj que descansa en la muñeca del hombre del frente, cantan la una. Una es la mesa de los jubilados; esos hombres de risa forzada que beben aguardiente con impaciencia mientras sueñan con dormir sobre las nalgas de las meseras.

Son cuatro. Cuatro cuerpos desbaratados por el tiempo buscando la salvación en el fondo de la botella, compartiendo el mal sabor que deja una vejez vacía, llena de temores.



RETORNO

Mucho fue el sufrimiento y mucha la soledad,
Muchas las noches de espejismos y de lágrimas y de fantasmas,
Muchas fueron las mentiras que me dije
Y que quemaron la inocencia
Y traicionaron la esperanza.

Con el tiempo las ganas de buscar el amor
Se desdibujaron y se perdieron entre tus calles.

Muchas veces me hice pedazos
Y de pedazo en pedazo me levante para continuar.

Hoy, cuando ya no es tristeza el amor
Y el miedo a estar solo ha desaparecido
Quiero nombrarte,
Para que tu nombre renazca en mis labios como la ciudad cabaret
El escenario perfecto donde combaten las pasiones
Donde el animal y el verso que habitan en mi
Encuentran espacio para correr.



DESPUÉS DEL DESAYUNO

A esta distancia te dejas amar,
Sin dudas que lastimen,
Sin temores que estorben.

Aquí no importan los ojos
Porque en la lejanía tú mirada no vulnera.

Te vez tranquila,
Medio dormida,
Pero aun así, todos sabemos del peligro de conocerte.