sábado, 29 de septiembre de 2012

Nostalgias de sábado a la media noche.

Trabajando en  las nuevas ediciones de las Libretas Libro me encontré en el ordenador con estos textos. Los comparto ahora, junto con mi buen recuerdo hacía ellos. Cuando para el año 2003  fueron editados por la Fundación Creativa Taller en la colección: AQUÍ ESTAMOS DECENA, bajo la dirección de Rodolfo Ramirez Soto; junto con los trabajos de Luis Alejandro Galvis y Norman Correa. Los tres amigos queridos y recordados. 23 años marcaba el calendario para mi. 




EL ABRAZO DE LOS DÍAS GRISES. 





Diana Carolina Daza Astudillo 



Este abrazo sólo podría estar  dedicado
A Diacaliza, hermana de la vida,
quién comparte el gusto por el café en una tarde gris
En el centro de la ciudad
Y  el ritmo  de  las trasformaciones




La vejez se asoma a la ventana

    Inquietud

          Invierno

                      Hambre...

                                        El tiempo acaba.

Estrangulado por la suerte
Busco fortuna en los sueños
Pero no encuentro
Más que miedo y silencio.
Plumas de frío.
Olvido
Bajo la almohada.




Los gritos de los hijos ajenos.
La algarabía de los lugares grandes.
                                   
El café negro.
                               Y su ausencia
                                                                        ME TRAGAN.

Vivo entre la compasión de la inconformidad
La paciencia de la incertidumbre.
Y la torpeza de la nostalgia.

El triunfo duerme en mis piernas.

¡Aún me quedan noches para morir
Y nadie me espera en casa!
       



Cada cuerpo es un misterio
Un reto para abrazar.

Un rojo carnoso
se abre y se cierra
Haciendo una invitación.

La sed de poseer lo distante
Es grande y el vino acaba.

La sangre caliente
Cubre el teatro
QUIEBRAGANAS

Una gota de placer
Cae
Y se seca
En la noche.






Siempre he preferido el abrazo de los días grises
Esos que dejan barro y nostalgia en la memoria.

Esos donde los mendigos y las ganas de luchar
Se esconden.

Esos de guantes y paraguas negros
Donde se desea un aguardiente.

Esos que me recuerdan la soledad de Ledesma
Y la fragilidad de la humanidad.

Siempre he preferido los días de aguacero eterno
Porque en el frío todo se me hace  fácil
Porque así contemplo el paisaje de la vejez


Prefiero los días grises.
La ciudad desfigurada.
El aguacero eterno.
Y creo ser un poco más feliz
Que aquellos que prefieren
El complaciente y violento abrazo del sol.







El precipicio espera tus huesos
Es mejor no pensar el salto
No temer

El miedo es un niño torpe e incomprendido
Que jala y jala la falda.

No temer  y saltar
En el riesgo se esconde el beso
Y no hay golpe que duela más
Que sentirse vivo y equivocado.






También somos
Lo que abandonamos.
Amores perros.


Hombres piel de lagartija marchan en la memoria.
Músicos de manos claras que armonizan el silencio de ayer.
Fantasmas
Impenetrables
De pasos largos.

Nos recuerdan el fracaso y la alegría en una pesadilla de niñez.

Cómo pesa el no haberlos amado
Antes que el año terminara.

Quizá pesa más
Este miedo a quedarnos solo
Persiguiendo  al olvido.






 Quien ha visto la esperanza no la olvida.
Octavio Paz.


Yo la he visto
Esquiva y hermosa
En los ojos de lo desconocido
Revolcándose con su prima hermana
La desesperanza.

Contando hasta diez
En los juegos de los niños
Sirviéndome el jugo en las mañanas.

La he visto
Alegrando una mala fiesta
Brindando cuando un verso se marcha.

Enferma.
Vencida.
Borracha la he visto
Besando la agonía de los días
Combatiendo la vejez
Y las promesas del olvido.




Los murmullos humedecen la tarde
La lengua se afila
Las nalgas se acomodan.

Liberados de las horas
Entramos como moscas
Al rancho del vecino,
a rumiar las cortinas
Los actos.
Los secretos.

Y llenos de nada
Bebemos el agua de un día
Donde no hubo mucho por hacer.





9721281


Soy otro
En el mismo lugar.

Otro
Rompiendo la timidez de la mañana
Compartiendo el saludo de la indiferencia.

Mi nombre nace
Y se pierde en los cristales.

Las promesas recorren la rutina
Que abandone.

El bullicio de la juventud
Se calla.

El olor de los amigos
No esta.

Soy otro
En el mismo laberinto de ayer
Otro que engaña
Que espera con incertidumbre
El néctar del día final.






A la princesa  Angie
por acompañar mi camino con su sonrisa. 


                
Tu esperanza comienza
Donde la mía acaba.

Pongo en tus pasos:
El tiempo perdido

                                Y las dudas

Para que construyas la libertad.

La noche te espera...
Pasea por sus trampas
Agarrada a tus sueños
Y déjate caer.

 Las horas te pertenecen...
Conviértelas sabiduría de mujer agua.

                                      Mujer fuego.

                                      Mujer tierra.

¡Gánale a la vida
Y sé feliz!

Que yo esperare que tu victoria
Cambie el color de mi muerte.