sábado, 17 de enero de 2015

El búho y la nueva poesía colombiana en 1971









Todo buen colombiano reconoce al búho, quien frecuenta actualmente el centro de la ciudad reconoce al búho. El búho que representó a la Colección Popular del Instituto Colombiano de Cultura, colección dirigida por el poeta Jorge Rojas. Ediciones en ese entonces apoyadas por El tiempo, Caracol, Inravisión y el Ministerio de Educación.  Una colección que algunos vemos con nostalgia y algo de admiración, porque aunque pareciera que la intensión fuera acabarla rematando a $1.000 cada ejemplar, como conejos blancos, aparecen búhos por todas partes.

Personalmente, le tengo afecto a esta colección, pues recuerdo que mi padre tenía un estante lleno de búhos con rayas de colores – un día, todos desaparecieron de la casa no sé por qué - por eso hoy día, cuando  me encuentro un búho en la calle con un título o autor de mi gusto, me lo llevo – quizás como un acto inconsciente para tratar de recuperarlos.


Uno de ellos es una antología de nueva poesía colombiana de 1971, edición número 14 de la colección, con prólogo y selección  de la poeta María Mercedes Carranza. En su introducción nos dice Jorge Rojas: “La creación de esta biblioteca, exigua en sus páginas, modesta en su presentación y al alcance del pueblo, puede ser una feliz oportunidad para rebuscar, en el acervo histórico y literario, obras sencillas pero tal vez verdaderas joyas por su contenido y por la perdurabilidad que demuestra a pesar de los largos años transcurridos”.  




Una colección para el pueblo, que sigue siendo del pueblo.  Aquí, algunos poetas  y  algunos de los poemas que aparecen en la antología. Me preguntó: ¿Cuántos nombres quedarían por fuera de esta edición? ¿ y cuántos sobran?



***


Jaime Jaramillo Escobar
Pueblorrico Antioquía, 1953




AVISO A LOS MORIBUNDOS


A vosotros, los que en este momento estáis agonizando en todo el mundo:
os aviso que mañana no habrá desayuno para vosotros;
Vuestra taza permanecerá quieta en el aparador como un gato sin amo, 
mirando la eternidad con su ojo esmaltado.
Vengo de parte de la Muerte para avisaros que vayáis preparando vuestras ocultas descomposiciones:
Todos vuestros problemas van a ser resueltos dentro de poco,
y ya, ciertamente, no tendréis nada de qué quejaros,
¡Oh príncipes deteriorados y próximos al polvo!
Vuestros vecinos ya no os molestarán más con sus visitas inoportunas,
Pues ahora los visitantes vais a ser vosotros, y de qué reino misterioso y lento!
Ya no os acosarán más vuestras deudas ni os trasnocharán vuestras dudas e incertidumbres,
pues ahora sí que vais a dormir, ¡y de qué modo!.
Ahora vuestros amigos yo no podrán perjudicaros más,
¡Oh afortunados a quienes el conocimiento deshereda!.
Ni habrá nadie que os pueda imponer una disciplina que os hacía rabiar, 
¡oh Disciplinados y pacíficos habitantes de vuestro agujero!.
Por todo esto vengo a avisaros que se abrirá una nueva época para vosotros
En el subterráneo corazón del mundo a donde seréis llevados solemnemente 
para escuchar las palpitaciones de la materia.
Alrededor vuestro veo muchos que os quieren ayudar a bien morir,
y que nunca, sin embargo, os quisieron ayudar a bien vivir
Pero vosotros ya no estáis para hacer caso de nadie,
Porque os encontráis sumergidos en vosotros mismos como nunca antes lo estuvieras.
Pues al fin os ha sido dado poder reposar en vosotros, en lustra recóndita intimidad a donde nadie puede entrar a perturbaros.
Ciertamente, vuestro suceso no por sabido es menos inesperado,
y para algunos de vosotros demasiado cruel como no lo merecíais,
más nadie os dará consolación y disculpas.
De ahora en adelante vosotros mismos tendréis que hacer vuestro lecho,
quedaréis definitivamente solos y ya no tendréis ayuda, para bien o para mal.
Vosotros, que no soportabais los malos olores, ahora ya nadie os podrá soportar a vosotros.
Vosotros que no podíais ver un muerto, ahora ya nadie os podrá ver a Vosotros, 
os ha llegado vuestro turno, 
¡oh maravillosos ofendidos en la quietud de vuestra aristocrática fealdad!.
Tanto que os reísteis en este mundo, más ahora si que vais a poder reíros a todo lo largo de vuestra boca,
¡Oh prestos a soltar la carcajada final, la que nunca se borra!
Yo os aviso que no tendréis que pagar más tributo y que desde este momento 
quedáis exentos de todas vuestras obligaciones, oh próximos libertos,
¡Cómo vais a holgar ahora sin medida y sin freno!
Ahora vais a entregaros a la desenfrenada locura de vuestro esparcimiento, 
no, ciertamente, como os revolcabais en el revuelto lecho de vuestros Amantes, 
sino que ahora seréis vosotros mismos vuestro más tierno amante, 
¡Sin hastío ni remordimiento!.
Tomad vuestro último trago de agua y despedíos de vuestros parientes 
porque vais a celebrar el secreto concilio en donde seréis elegidos para Presidir vuestra propia desintegración y vuestra ruina definitiva.
Ahora sí que os podréis jactar de no ser como los demás, pues seréis únicos 
en vuestra inflada podredumbre,
Ahora sí que podréis hacer alarde de vuestra presencia!.
Yo os aviso que mañana estrenaréis vestido y casa y tendréis otros compañeros más sinceros y  laboriosos que trabajarán acuciosamente día y noche para limpiar vuestros huesos,
Oh vosotros que aspiráis a otra vida porque no os amañasteis en ésta:
Yo os aviso que vuestra resurrección va a estar un poco difícil,
Porque vuestros herederos os enterrarán tan hondo que no alcanzaréis 
a salir a tiempo para el juicio final.




***


Miguel Méndez Camacho
Cúcuta, 1942




LUCRECIA

Mi madre nunca tiene en los poemas
un lugar muy exacto
Siempre está dando vueltas
Huyendo y regresando
Aquí y allá de la vigilia al alba,
limpiando
y remendando mis palabras
como si fuera oficio de la casa.




Escrito en la espalda de un árbol


No recuerdo si el árbol daba fruto
o sombra,
sólo sé que dio pájaros.
Que era el centro del patio
y de la infancia.

Que en la madera fácil
tallé tu nombre encima
de un corazón flechado.

Y no recuerdo más:
tanto subió tu nombre con el árbol
que pudiste escaparte
en la primera cosecha que dio pájaros.



***


Jaime García Maffla
Calí, 1944


Sería posible contemplar la cuenta de los días
en una mano
para toda la vida
la distancia no calla las cosas como sombra
apretar debajo del corazón
cual la alondra
cada mañana
porque con sus hermanas únicamente habita
este lugar
se aparece primero en la mirada
inicialmente azul
debajo de la vena más oculta
en la mano que fuera diseñada para todo.





Las cosas que tú sabes
las que habrías de decir llegado
el momento si llega
porque parece que la guerra no vendrá
tiene aquel extraño olor a zoo y tú
por encima de todo haciéndolo creer
Yo sé que lo que has precisado es de una justa
causa para morir
y que en la patria digan que fuiste lo mejor
pero las justas causas terminaron
te lo digo por todo ya reclinado en el bote
tal en el cielo un ave contra el pecho.




*** 


Elkin Restrepo
Medellín, 1942.



Como actrices de la pantalla
tomaís todo cerca del corazón,
el ramo de flores, la llamada telefónica,
la luna de los versos.
vuestro maquillaje gasta horas;
en el paisaje reconoces la soledad,
una cierta tristeza de vuestro lado
y mejor os vais al cine
a soñar con los héroes de nuestro tiempo.
El mundo es aburrido
como una tonta historia de hadas.
Cada día lo sufrís en vuestra carne
que arde como un cerillo en la hierba.
Y mientras pensáis en una portada de revistas
o en un simple cuerpo para el amor,
la noche resume vuestro tedio
en un copa de champaña
y en dos o tres recuerdos.




***




Fernando Garavito
Bogotá, 1944



Mi vida esta llena de consecuencias insufribles


Primero estudio
el modo de comportarme
a la hora del almuerzo,
y me enseñan seis versos que prohíben
subir los codos
pegarle a mis hermanos
y cantar en la mesa.
Después aprendo
a besar a mis primas
a decirles “Ximena” secamente;
a bailar en familia;
a no decir palabras
que digan los chinos de la calle,
a estudiar por la noche,
a rezar con las manos puestas,
a cortarme el pelo los primeros domingos;
después me enseñan
a dar el brazo
para que las señoras suban escaleras;
a dar la mano
para que las señoras bajen los buses ;
a dar el brazo
para entrar a la iglesia;
a dar la mano
sólo cuando la extiendas los mayores;
a decir “ si señor” , “ si señora”,
a caminar despacio,
a no ensuciar la ropa,
a peinarme a las siete ,
a leer en la cama
con la pantalla puesta,
a no hurgar las narices,
a no espichar los barros ,
a no morder los lápices,
a no cruzar las calles sin mirar el semáforo,
a orinar solo en casa ,
a bañarme los dientes,
a jugar ajedrez con el abuelo
Después del colegio
aprendo a llevarle regalos al maestro,
a vender arequipe en los bazares,
a mirar de reojo cuando digan groserías
a no soplar en clase ni en exámenes,
a decirle “señorita Othmar” a mi maestra,
Después aprendo
a comerme las uñas.









miércoles, 14 de enero de 2015

TRES POEMAS PARA SOBREVIVIR EN BOGOTÁ





Fotografía: César Cano



Hoy 14 de enero, fecha en la que recordamos a dos grandes voces: Juan Gelman y Anaïs Nin, queremos compartir con ustedes el trabajo de creación poética de César Cano, un joven de Armenia - el más joven que hemos encontrado en este caminar poético – al que muchos conocían, menos nosotros. César Cano, el de manos como soles de maíz que amasan el hambre, el de pájaros en los bolsillos, el que nunca aprendió a escribir pero sigue vivo, el que habla del país y de luces negras y de rostros de dios en el jengibre.

No se terminó el año sin que conociéramos a César y su palabra,  tuvimos la  fortuna de  cruzarnos con él a finales del año pasado entre botellas y noches, pudimos escucharlo varias veces.  En un tiempo como este, en el que todos quieren escribir, donde el rótulo de “poeta” se le presta, se le da, se le dice a todo el mundo - se vulgariza -  son muy pocos los  que  apenas comenzando este camino se enfrentan con respeto, trabajo y sinceridad a la poesía,  los que logran quedarse retumbando en nuestras cabezas. 


César con sus tres poemas para sobrevivir en Bogotá se quedo así, como el sonido de una  amable gotera de fuego en  la nuestra.





Tres poemas para sobrevivir en Bogotá y una ñapa
Publicaciones Chirriar Armenia, Quindío.




***



Poema III (o canción del grito subterráneo de los huesos)


Mi mamá es muchas mujeres al tiempo y a veces la veo en la calle
cuando no esperaba verla y está abrazando a otro pelao y yo siento su
calor abrazándome como la noche pero en la noche la policía me mete
a la cárcel y se orina encima de mi rostro y sus orines se confunden
con mi llanto y sé que el amor de mi madre alimenta a su hijo en
juegos de avionetas que se estallan y a mí se me pasa el hambre de tres
siglos en la calle y hay una madre que es mi madre en cada madre y
no es que yo sea un huerfanito sino que todas las mamás son la mía
y antes de morirme de estirar la pata sobre las alas de las moscas
siempre antes de morder los edificios pienso en mi madre que toma
a su hijo y lo salva del mundo que es ese charco de babas y mordidas
negras en mi cuerpo y siempre mi mamá me salva en otro, siempre mi
mamá, siempre con sus brazos de tierra me siembra y me echa agua y
me dice que soy una luz que parece una semilla y me pájaros volando
sobre su voz de tajadas maduras y canciones amarillas
Entonces me luna y me emplumo de algas de mares rompiendo mi
pecho mientras silencio sobre bocas de guayacanes asoliaos
Alucino un idioma de personas libélulas azules volando sobre un
cementerio de ojos que se apagan cuando estoy en mi madre y no me
caigo de mis sueños pero nunca estoy a salvo de las puñaladas que me 
pegan los relojes
Mi madre es cualquier dolor arrancado a palazos
Mi madre es este cielo que se cae sobre mí y me desnuca y me parte
colibríes en los dientes Envuelvo frascos de pegante en hojas de
eucalipto y se las mando a mi mamá para que me perdone por haber
nacido muerto ((no fue mi culpa mamá no fue mi culpa))
Yo cuando estuve viejo me encerré en mi pecho y le puse alas a las
llaves pero el hambre es mi canción el hambre es un nido calientico
El hambre es esas nubes incendiadas que escriben el poema
y mi mamá en otro lado le cose oraciones a las manos del Dios que
tengo entre los ojos para que yo no me queme y esté vivo y la ame
aunque no la tenga aunque este país sea una piedra que me rompe la
cabeza





Poema I (o Afilé el sol, salieron chispas e incendié la tarde)


Y solo tengo pájaros en los bolsillos
pero con pájaros no compro panes
Y ahora que está tan jodida la cosa en Colombia
no hay pan que eche a volar el hambre
Solo pájaros, solo plumas que caen de los ojos como lágrimas
»Y una calle interminablemente larga pasa por mi sangre
una calle por donde vagan niños silbando las canciones de su muerte«
Abrí mi pecho como cerrando una puerta
Abrí mi pecho como rompiendo una ventana
Todos los niños de Colombia tenemos unas alas enormes
unos dientes enormes y una boca vacía
Nos sentamos encima de los edificios
y esperamos que nazca nuestra madre
No lloramos, reímos
No nació la muerte donde nos sembraron puñaladas
No nació la muerte cuando nos rompieron los huesos
Nuestro cuerpo es una luna de canciones amarillas
No importa que tengamos las manos y la barriga llena de gusanos
Ayer me cortaron la cabeza y hoy digo que estoy vivo
Nos mataron y nacimos
Nos amarraron con alambre y llovimos púas desde el cielo
Éramos dioses con mocos en la cara
y re©reábamos el mundo con barro y agua sucia

Dijimos Mamá y nacieron las palabras
Dijimos esta noche somos soles y nacimos una fiesta






                                                   




Poema II (o la piel retorcida de un niño


que es nuestro hijo y nuestro padre)
Pille mis manos, son soles de maíz que amasan el hambre
me las rompí fumando bazuco, las volví aluminio
las hice luces negras sobre el lomo de mi lengua
Porque apenas tenía nueve años cuando me quedé vacío
y me llené de humo y me llené de rabia
No azara que nadie me haya enseñado a echar flores por mi boca
que nadie me haya enseñado a nacer todos los días
Me quedaba muerto y masticaba mi cadáver
Vendía chicles, robaba celulares
Nadie me dijo Niño, sus ojos nubes y sus manos árboles
Sangré sobre este país de hipócritas y amantes
Sangré sobre este país de putas y aguardiente
◊Nunca supe el nombre de mi madre
pero lo escribí con un cuchillo abierto sobre mi piel cerrada◊
Mire, a lo bien que mis manos están agarrotadas de tantas veces
destruir el mundo, de volverlo mierda, de cargarme en él. Mire que
mis manos tienen tanta sed, tanto polvo de oxidarme los huesos. Pero
quiero regalarle este incendio que tengo entre mis manos infantiles
para que queme su dolor y su rutina. Sin mente, écheselo al fuego.
Hágalo con fe. Queme sus ganas de morir y su trabajo. Le regalo este
incendio para que haya luz y vea cómo me revuelco en las ruinas de
las calles que usted camina a diario
Para usted este incendio pequeñito
de pájaros palabras
de sueños y de alas
Regáleme usted un par de ojos
regáleme usted un pan caliente
una moneda

nunca aprendí a escribir
pero estoy vivo




                                                


CÉSAR CANO - Armenia, 1994. Estudiante de Licenciatura en español y literatura, universidad del Quindío. 

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