viernes, 30 de mayo de 2014

AL OTRO LADO DE LA GUERRA, ENCONTRÉ UN ABRAZO DE LLUVIA ETERNA.





Llueve en la ciudad. Bebo una cerveza fría en el café de siempre mientras los versos de Fabiola como gotas grandes y  pesadas caen en mi interior.  Su palabra como su espíritu, son tan frágiles como un ala de mariposa a la que le duele el viento en el vuelo y a la vez, llevan la templanza de un árbol que tuvo que combatir  mil veranos y mil inviernos para fortalecer sus raíces.  Mis ojos caen emocionados  sobre  las  páginas del  libro al descubrir cada línea.  Fabiola le canta a la lluvia  y  hoy, la lluvia en la ciudad celebra su poesía. ¿Magia?, ¿coincidencia? ¿un regalo de la vida? Me gusta la lluvia, me gusta  tanto como lo que en este momento leo. Me gusta la poesía de Fabiola. Cada palabra dibujada en ella danza, cae, respira por sí sola, se sostiene. Cada palabra en sus versos  tiene vida, cada verso formando un poema, seduce. ¿Dónde estaba Fabiola me pregunto ahora, cuando necesite que un rostro nuevo, alguien diferente, en un  libro me  devolviera la  fe en  la poesía?


“Otra alma navega en mí,/ Otra que conoce mis fiebres/ y mis guerras/ Es un eco en este laberinto de seres repetidos”.  Fabiola es  muchas, otras: es madre, hija, hermana, gestora, mar, pregunta, amiga, sonrisa,  mujer, pero ante todo poeta.  AL OTRO LADO DE LA GUERRA es un libro digno hijo del oficio, del verdadero oficio poético, ese que necesita de años para madurar, para aterrizar, reposar, para atravesar otras vidas. Ese que tiene miedo, pero que se arriesga.


En tiempos como este,  donde no sé sabe si  son  más importantes los premios, las fotos en las revistas y los libros como pan caliente, que  la misma poesía, celebro este libro por su sinceridad, por su no afán de figurar, por su respeto con un género que tiene odios y amores,  amigos y enemigos,  que tiene verdad, pero también esconde tanta falsedad, tanta postura sin valor. Por estás y tantas otras razones más, los invito a leerlo. 


Para mi,  ha sido un cálido abrazo  en  una noche de lluvia bogotana, un respiro entre tantas cosas que a veces me decepcionan y  me cansan del círculo que hábito. AL OTRO LADO DE LA GUERRA  es  ese  aliento  que me dice: “Hay que seguir, hay que insistir, hay que creer, hay que trabajar, trabajar  duro por lo que amamos mientras vamos viviendo, viviendo con la intensidad del huracán. Hay que romper los círculos  y  recuperar la verdad, la verdad  en lo que escribimos o creamos. La verdad en la vida misma.

Diana Carolina Daza Astudillo
Mayo 31 de 2014





De:  Al  otro lado de la guerra este abrebocas: 





Existencia


Para volver a ser lo que fuimos debemos
alimentarnos de luz y relámpago
revolotear en el ojo de Dios
sumergirnos en cataclismos
embriagarnos de mañanas ardientes
sentirnos selva
tierra
gritar la historia para no repetirla.

Para volver a ser lo que fuimos debemos
crecer por dentro como luz filtrada en el dolor
Devorar los días para blanquear la memoria
Conocer el llanto de las estrellas
dividir un relámpago  en las venas
Volar cometas con brazos de colores
y  luego  sentarnos a mirar cómo la tarde va guardando el
sol en un bolsillo.







Las guerras del cuerpo


Enlázate triste en la mitad de la cintura
Devora los fantasmas detenidos en mis piernas
Levanta el aullido inmóvil de los labios
Desciende como un dardo entre la carne

Desata las alas de tu ángel
Vuela minúsculo en este rincón de sábanas
Adelgaza las ansias encogidas en la espalda

Derrama  tus  ríos de vapor
Estremece tus manos sofocadas
Desata los temblores de mis pies.

Mientras las horas avanzan descalzas, desgarra
Las mascaras del cuerpo, entrégame tu olor de bosque solo.








Desviste este milagro



Ven, átame al ángel de tu boca
Alarga este gemido de luna llena
Extiende un relámpago en mis lagunas

Ven, desviste este milagro
Cubre con tu esperma electrizada la flor nacida de llamas
Desborda el cause de mi sangre 
Florece conmigo verticalmente
Ocultémonos bajo los brazos
Rueda por mis párpados  entreabiertos
Ven, que tú eres relámpago y yo tiempo. 








El dios del silencio



Ven, reposa en mí tus guerras
Reclínate en esta tarde pálida
Muéstrame tu rostro etéreo
galáctico escondido en luz de luna 
Tiende el cuerpo de lluvia en este verso inquieto y solitario


Ven, dancemos juntos en los cabellos secos del abismo
Alarga tu espíritu de luz en el vientre salado de la tierra
Bebamos el fuego del relámpago en esta calle sola de pies
encendidos
Festejemos bajo la llovizna la vida regresando a la sangre

Alarga la soledad fervorosa de este día,
atraviesa mis gestos
y esta piel de olvido de substancia animal.

Ven, borra el dolor

Reposa la sombra verde en mi costado
Y descansemos juntos bajo este silencio.



 Aquí puedes contactar a Fabiola y su obra.