Llueve en la ciudad. Bebo una
cerveza fría en el café de siempre mientras los versos de Fabiola como gotas
grandes y pesadas caen en mi
interior. Su palabra como su
espíritu, son tan frágiles como un ala de mariposa a la que le duele el viento
en el vuelo y a la vez, llevan la templanza de un árbol que tuvo que combatir mil veranos y mil inviernos para fortalecer
sus raíces. Mis ojos caen
emocionados sobre las páginas del
libro al descubrir cada línea. Fabiola le canta a la lluvia y hoy, la
lluvia en la ciudad celebra su poesía. ¿Magia?, ¿coincidencia? ¿un regalo de la
vida? Me gusta la lluvia, me gusta
tanto como lo que en este momento leo. Me gusta la poesía de Fabiola. Cada palabra dibujada en ella danza,
cae, respira por sí sola, se sostiene. Cada palabra en sus versos tiene vida, cada verso formando un
poema, seduce. ¿Dónde estaba Fabiola me pregunto ahora, cuando necesite que un
rostro nuevo, alguien diferente, en un libro me
devolviera la fe en la poesía?
“Otra alma navega en mí,/ Otra
que conoce mis fiebres/ y mis guerras/ Es un eco en este laberinto de seres
repetidos”. Fabiola es muchas, otras: es madre, hija, hermana,
gestora, mar, pregunta, amiga, sonrisa, mujer, pero ante todo poeta. AL OTRO LADO DE LA GUERRA es un libro digno
hijo del oficio, del verdadero oficio poético, ese que necesita de años para madurar,
para aterrizar, reposar, para atravesar otras vidas. Ese que tiene miedo, pero
que se arriesga.
En tiempos como este, donde no sé sabe si son más importantes los premios, las fotos en las revistas y los
libros como pan caliente, que la
misma poesía, celebro este libro por su sinceridad, por su no afán de figurar,
por su respeto con un género que tiene odios y amores, amigos y enemigos, que tiene verdad, pero también esconde
tanta falsedad, tanta postura sin valor. Por estás y tantas otras razones más,
los invito a leerlo.
Para mi, ha sido un cálido abrazo en una noche de lluvia bogotana, un respiro entre tantas cosas
que a veces me decepcionan y me
cansan del círculo que hábito. AL OTRO LADO DE LA GUERRA es ese aliento que me dice: “Hay que seguir, hay que insistir,
hay que creer, hay que trabajar, trabajar duro por lo que amamos mientras vamos viviendo, viviendo con
la intensidad del huracán. Hay que romper los círculos y recuperar la verdad, la verdad en lo que escribimos o creamos. La verdad en la vida misma.
Diana Carolina Daza Astudillo
Mayo 31 de 2014
Existencia
Para volver a ser lo que fuimos
debemos
alimentarnos de luz y relámpago
revolotear en el ojo de Dios
sumergirnos en cataclismos
embriagarnos de mañanas ardientes
sentirnos selva
tierra
gritar la historia para no
repetirla.
Para volver a ser lo que fuimos
debemos
crecer por dentro como luz
filtrada en el dolor
Devorar los días para blanquear
la memoria
Conocer el llanto de las
estrellas
dividir un relámpago en las venas
Volar cometas con brazos de
colores
y luego sentarnos
a mirar cómo la tarde va guardando el
sol en un bolsillo.
Las guerras del cuerpo
Enlázate triste en la mitad de la
cintura
Devora los fantasmas detenidos en
mis piernas
Levanta el aullido inmóvil de los
labios
Desciende como un dardo entre la
carne
Desata las alas de tu ángel
Vuela minúsculo en este rincón de
sábanas
Adelgaza las ansias encogidas en
la espalda
Derrama tus ríos de
vapor
Estremece tus manos sofocadas
Desata los temblores de mis pies.
Mientras las horas avanzan
descalzas, desgarra
Las mascaras del cuerpo,
entrégame tu olor de bosque solo.
Desviste este milagro
Ven, átame al ángel de tu boca
Alarga este gemido de luna llena
Extiende un relámpago en mis
lagunas
Ven, desviste este milagro
Cubre con tu esperma electrizada
la flor nacida de llamas
Desborda el cause de mi
sangre
Florece conmigo verticalmente
Ocultémonos bajo los brazos
Rueda por mis párpados entreabiertos
Ven, que tú eres relámpago y yo
tiempo.
El dios del silencio
Ven, reposa en mí tus guerras
Reclínate en esta tarde pálida
Muéstrame tu rostro etéreo
galáctico escondido en luz de
luna
Tiende el cuerpo de lluvia en
este verso inquieto y solitario
Ven, dancemos juntos en los
cabellos secos del abismo
Alarga tu espíritu de luz en el
vientre salado de la tierra
Bebamos el fuego del relámpago en
esta calle sola de pies
encendidos
Festejemos bajo la llovizna la
vida regresando a la sangre
Alarga la soledad fervorosa de
este día,
atraviesa mis gestos
y esta piel de olvido de
substancia animal.
Ven, borra el dolor
Reposa la sombra verde en mi
costado
Y descansemos juntos bajo este
silencio.