Todo buen colombiano reconoce al
búho, quien frecuenta actualmente el centro de la ciudad reconoce al búho. El
búho que representó a la Colección Popular del Instituto Colombiano de Cultura,
colección dirigida por el poeta Jorge Rojas. Ediciones en ese entonces apoyadas
por El tiempo, Caracol, Inravisión y el Ministerio de Educación. Una colección que algunos vemos con
nostalgia y algo de admiración, porque aunque pareciera que la intensión fuera acabarla
rematando a $1.000 cada ejemplar, como conejos blancos, aparecen búhos por
todas partes.
Personalmente, le tengo afecto a
esta colección, pues recuerdo que mi padre tenía un estante lleno de búhos con
rayas de colores – un día, todos desaparecieron de la casa no sé por qué - por eso
hoy día, cuando me encuentro un
búho en la calle con un título o autor de mi gusto, me lo llevo – quizás como un acto inconsciente para tratar de
recuperarlos.
Uno de ellos es una antología de
nueva poesía colombiana de 1971, edición número 14 de la colección, con prólogo
y selección de la poeta María
Mercedes Carranza. En su introducción nos dice Jorge Rojas: “La creación de esta biblioteca, exigua en
sus páginas, modesta en su presentación y al alcance del pueblo, puede ser una
feliz oportunidad para rebuscar, en el acervo histórico y literario, obras
sencillas pero tal vez verdaderas joyas por su contenido y por la
perdurabilidad que demuestra a pesar de los largos años transcurridos”.
Una colección para el pueblo, que
sigue siendo del pueblo. Aquí, algunos
poetas y algunos de los poemas que aparecen en la
antología. Me preguntó: ¿Cuántos nombres quedarían por fuera de esta edición? ¿
y cuántos sobran?
Jaime Jaramillo Escobar
Pueblorrico Antioquía, 1953
AVISO A LOS MORIBUNDOS
A vosotros, los que en este momento estáis agonizando en todo el mundo:
os aviso
que mañana no habrá desayuno para vosotros;
Vuestra taza permanecerá quieta en el
aparador como un gato sin amo,
mirando la eternidad con su ojo esmaltado.
Vengo de parte de la Muerte para avisaros
que vayáis preparando vuestras ocultas descomposiciones:
Todos vuestros problemas van a ser
resueltos dentro de poco,
y ya, ciertamente, no tendréis nada de qué
quejaros,
¡Oh príncipes deteriorados y próximos al
polvo!
Vuestros vecinos ya no os molestarán más
con sus visitas inoportunas,
Pues ahora los visitantes vais a ser
vosotros, y de qué reino misterioso y lento!
Ya no os acosarán más vuestras deudas ni
os trasnocharán vuestras dudas e incertidumbres,
pues ahora sí que vais a dormir, ¡y de qué
modo!.
Ahora vuestros amigos yo no podrán
perjudicaros más,
¡Oh afortunados a quienes el conocimiento
deshereda!.
Ni habrá nadie que os pueda imponer una
disciplina que os hacía rabiar,
¡oh Disciplinados y pacíficos habitantes de
vuestro agujero!.
Por todo esto vengo a avisaros que se abrirá
una nueva época para vosotros
En el subterráneo corazón del mundo a
donde seréis llevados solemnemente
para escuchar las palpitaciones de la
materia.
Alrededor vuestro veo muchos que os
quieren ayudar a bien morir,
y que nunca, sin embargo, os quisieron
ayudar a bien vivir
Pero vosotros ya no estáis para hacer caso
de nadie,
Porque os encontráis sumergidos en
vosotros mismos como nunca antes lo estuvieras.
Pues al fin os ha sido dado poder reposar
en vosotros, en lustra recóndita intimidad a donde nadie puede entrar a
perturbaros.
Ciertamente, vuestro suceso no por sabido
es menos inesperado,
y para algunos de vosotros demasiado cruel
como no lo merecíais,
más nadie os dará consolación y disculpas.
De ahora en adelante vosotros mismos
tendréis que hacer vuestro lecho,
quedaréis definitivamente solos y ya no
tendréis ayuda, para bien o para mal.
Vosotros, que no soportabais los malos
olores, ahora ya nadie os podrá soportar a vosotros.
Vosotros que no podíais ver un muerto,
ahora ya nadie os podrá ver a Vosotros,
os ha llegado vuestro turno,
¡oh
maravillosos ofendidos en la quietud de vuestra aristocrática fealdad!.
Tanto que os reísteis en este mundo, más
ahora si que vais a poder reíros a todo lo largo de vuestra boca,
¡Oh prestos a soltar la carcajada final,
la que nunca se borra!
Yo os aviso que no tendréis que pagar más
tributo y que desde este momento
quedáis exentos de todas vuestras
obligaciones, oh próximos libertos,
¡Cómo vais a holgar ahora sin medida y sin
freno!
Ahora vais a entregaros a la desenfrenada
locura de vuestro esparcimiento,
no, ciertamente, como os revolcabais en el
revuelto lecho de vuestros Amantes,
sino que ahora seréis vosotros mismos
vuestro más tierno amante,
¡Sin hastío ni remordimiento!.
Tomad vuestro último trago de agua y despedíos
de vuestros parientes
porque vais a celebrar el secreto concilio en donde
seréis elegidos para Presidir vuestra propia desintegración y vuestra ruina
definitiva.
Ahora sí que os podréis jactar de no ser
como los demás, pues seréis únicos
en vuestra inflada podredumbre,
Ahora sí que podréis hacer alarde de
vuestra presencia!.
Yo os aviso que mañana estrenaréis vestido
y casa y tendréis otros compañeros más sinceros y laboriosos que trabajarán
acuciosamente día y noche para limpiar vuestros huesos,
Oh vosotros que aspiráis a otra vida
porque no os amañasteis en ésta:
Yo os aviso que vuestra resurrección va a
estar un poco difícil,
Porque vuestros herederos os enterrarán
tan hondo que no alcanzaréis
a salir a tiempo para el juicio final.
Miguel Méndez Camacho
Cúcuta, 1942
LUCRECIA
Mi madre nunca tiene en los poemas
un lugar muy exacto
Siempre está dando vueltas
Huyendo y regresando
Aquí y allá de la vigilia al alba,
limpiando
y remendando mis palabras
como si fuera oficio de la casa.
Escrito en la espalda
de un árbol
No
recuerdo si el árbol daba fruto
o sombra,
sólo sé que dio pájaros.
Que era el centro del patio
y de la infancia.
Que en la madera fácil
tallé tu nombre encima
de un corazón flechado.
Y no recuerdo más:
tanto subió tu nombre con el árbol
que pudiste escaparte
en la primera cosecha que dio pájaros.
***
Jaime García Maffla
Calí, 1944
Sería posible contemplar la
cuenta de los días
en una mano
para toda la vida
la distancia no calla las cosas
como sombra
apretar debajo del corazón
cual la alondra
cada mañana
porque con sus hermanas
únicamente habita
este lugar
se aparece primero en la mirada
inicialmente azul
debajo de la vena más oculta
en la mano que fuera diseñada
para todo.
Las cosas que tú sabes
las que habrías de decir llegado
el momento si llega
porque parece que la guerra no
vendrá
tiene aquel extraño olor a zoo y
tú
por encima de todo haciéndolo
creer
Yo sé que lo que has precisado es
de una justa
causa para morir
y que en la patria digan que
fuiste lo mejor
pero las justas causas terminaron
te lo digo por todo ya reclinado
en el bote
tal en el cielo un ave contra el
pecho.
Elkin Restrepo
Medellín, 1942.
Como actrices de la pantalla
tomaís todo cerca del corazón,
el ramo de flores, la llamada
telefónica,
la luna de los versos.
vuestro maquillaje gasta horas;
en el paisaje reconoces la
soledad,
una cierta tristeza de vuestro
lado
y mejor os vais al cine
a soñar con los héroes de nuestro
tiempo.
El mundo es aburrido
como una tonta historia de hadas.
Cada día lo sufrís en vuestra
carne
que arde como un cerillo en la
hierba.
Y mientras pensáis en una portada
de revistas
o en un simple cuerpo para el
amor,
la noche resume vuestro tedio
en un copa de champaña
y en dos o tres recuerdos.
Fernando Garavito
Bogotá, 1944
Mi vida esta llena de consecuencias insufribles
Primero estudio
el modo de comportarme
a la hora del almuerzo,
y me enseñan seis versos que
prohíben
subir los codos
pegarle a mis hermanos
y cantar en la mesa.
Después aprendo
a besar a mis primas
a decirles “Ximena” secamente;
a bailar en familia;
a no decir palabras
que digan los chinos de la calle,
a estudiar por la noche,
a rezar con las manos puestas,
a cortarme el pelo los primeros
domingos;
después me enseñan
a dar el brazo
para que las señoras suban
escaleras;
a dar la mano
para que las señoras bajen los
buses ;
a dar el brazo
para entrar a la iglesia;
a dar la mano
sólo cuando la extiendas los
mayores;
a decir “ si señor” , “ si señora”,
a caminar despacio,
a no ensuciar la ropa,
a peinarme a las siete ,
a leer en la cama
con la pantalla puesta,
a no hurgar las narices,
a no espichar los barros ,
a no morder los lápices,
a no cruzar las calles sin mirar
el semáforo,
a orinar solo en casa ,
a bañarme los dientes,
a jugar ajedrez con el abuelo
Después del colegio
aprendo a llevarle regalos al
maestro,
a vender arequipe en los bazares,
a mirar de reojo cuando digan groserías
a no soplar en clase ni en exámenes,
a decirle “señorita Othmar” a mi
maestra,
Después aprendo
a comerme las uñas.
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